2023 un año que ha entrado cobrando vidas, dando lecciones de las que no se olvidan a todos los colaboradores de las empresas de nuestra amada República Dominicana, hablamos de accidentes, de perdidas parciales, peligros identificados, riesgos presuntamente controlados.
En el año 400 A.C. Hipócrates el padre de la medicina moderna, hizo los primeros estudios sobre las enfermedades laborares, iniciando una carrera de 500 años, ya que no fue hasta el 900 A.C que Plinio un médico romano a quien apodaban “El Viejo”, hizo referencia a los peligros inherentes en el manejo del Zinc y del azufre, proponiendo de manera inteligente el primer equipo de protección respiratoria, fabricado con vejigas de animales, este era colocado sobre la boca y la nariz para impedir la inhalación de polvos.
A pesar de este avance y de las múltiples bajas que existían en la época, todo ocurrió con bastante calma. La revolución industrial entra en escena en 1760 trayendo consigo avances importantes en el desarrollo de la humanidad, pero aumentando de manera significativa los riesgos y accidentes de la época. No fue hasta 1802 cuando nace una ley que protegía la salud y mortalidad de los trabajadores en las hilanderías y fábricas, pero no era suficiente.
En 1869 la federación de Alemania del norte promulga en sus estatutos la protección social de los trabajadores contra los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, sin embargo, no fue hasta 1877 que en los Estados Unidos de Norteamérica y específicamente Massachusetts se adopta una ley para la prevención de accidentes en las fábricas para hacer obligatoria la notificación de accidentes.
Finalmente, en 1970 se publica en E.U.A. “La Ley de Seguridad e Higiene Ocupacional” cuyo objetivo es asegurar en lo máximo posible que todo hombre y mujer trabaje en lugares seguros y saludables lo cual permitirá preservar la integridad de los trabajadores.
Mientras tanto ya la República Dominicana tenía vigente desde el 1er de enero de 1966 el Reglamento 807 de Higiene y Seguridad Industrial, 40 años tuvieron que pasar para que este fuese derogado por el actual Decreto 522-06, donde está contenido el Reglamento de Seguridad y Salud en el Trabajo.
Bien es conocido que nuestro reglamento es una excelente recopilación de normas internacionales y estándares aplicados, sin embargo, el mismo no está aterrizado a nuestra realidad como país, e inclusive me arriesgaría a asegurar que muchas de las empresas no lo aplican, de manera adecuada, ya que poseen sus propias directrices y vigencias que sencillamente se basan en “Yo siempre lo he hecho así, y nunca ha ocurrido nada”.
A diario se registran en nuestro país incidentes, accidentes y hasta fallecimientos de muchos de los colaboradores de las industrias, zonas francas y empresas en general, que solo quieren dar una mejor vida a sus seres queridos y por que no a ellos mismos, sin darse cuenta en algunas ocasiones, que cada vez que realizan su trabajo corren el riesgo de no regresar.
¿Necesitamos una nueva legislación? ¿Es necesario actualmente tener normas que impliquen un régimen estricto de consecuencias?, es lamentable que muchos de los accidentes ni siquiera son reportados, dando paso al olvido y al desconocimiento de las autoridades, por lo que la cuota de responsabilidad es en parte nuestra.
Este abril 2023, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) lanzó un tema espectacular, que unificaba todas las vertientes, “UN ENTORNO DE TRABAJO SEGURO Y SALUDABLE, UN DERECHO FUNDAMENTAL”, todos tenemos derecho a trabajar en un entorno donde se hayan identificado los peligros, se hayan analizado y controlado los riesgos, y donde se asegure el que cada colaborador llegue bien a casa.
Es clave entender que para esto existen tres pilares básicos e imprescindibles, y si cada uno no pone su granito de arena esto no será posible ni en 1000 años de evolución:
- Gobierno: son los responsables de tener una normativa precisa, concisa y real, que pueda ser aplicada en cada sector y que especificaciones claras de que utilizar y cuando.
- Empresariado: conocedores de las empresas que poseen, tienen bastante claro los peligros y riesgos a los cuales se exponen sus colaboradores y por ende haciendo un acertado uso de las normativas que el gobierno ha establecido, pueden llevar sus instalaciones y procesos a un nivel de seguridad e higiene idóneo.
- Colaboradores: todos tenemos que poner de nuestra parte, si existe un reglamento especifico, debemos acatarlo y respetarlo. No hacemos nada con tener la mejor normativa que inste a las empresas a comprar calzado de seguridad, y luego no queramos colocárnoslos, la palabra aquí seria COMPROMISO.
Todo esto nos llevaría a tener ambientes seguros y saludables, ambientes donde nuestros colaboradores y por ende nuestra sociedad caminaría a un futuro donde los accidentes serían eventuales o en un mundo prefecto nulos, y no una rutina diaria.
Recordemos que en casa tenemos un familiar o dos que espera que lleguemos en iguales o mejores condiciones con las que hemos salido a la jornada laboral y es solo nuestra la responsabilidad de capacitarnos y utilizar los equipos requeridos para salvaguardar nuestra integridad física y mental. Mantente seguro, mantente a salvo.
Roberto Cabrera Brito
E S C D